miércoles, 30 de enero de 2013

El beso de la suerte: Fabien Barthez


El ritual funcionó a las mil maravillas. Al menos, durante dos años. Laurent Blanc besaba la calva de Fabien Barthez antes de empezar los partidos y la selección francesa sumaba títulos. Es nornal que algunos compañeros de zaga, como Candela, tal y como ocurre en la foto que se encuentra sobre estas líneas, tomaran ejemplo y les diera por felicitar así a su guardameta después de que éste protagonizara alguna de sus paradas milagrosas, a veces no exentas de locuras, como intentar (y conseguir) regatear al delantero.

Nacido en Lavelanet, el 28 de junio de 1971, se formó en las filas del Tolouse, club con el que se estrenó como profesional en la temporada 1990-91. En 1992, dio el salto al Olympique de Marsella, equipo con el que alcanzó la Copa de Europa un año después, en 1993, tras derrotar al Milan. Algo que aumentó los malos recuerdos del conjunto rossonero con respecto al equipo francés... El hecho de abandonar su campo, tras un apagón y cuando el Marsella ganaba por 1-0 en la vuelta de los cuartos de final de la Copa de Europa de la temporada 1990-91 (había empatado a uno en San Siro), le costó una derrota por 3-0 (quedar apartado de las competiciones europeas durante un año.

La Copa de Europa fue el primer gran éxito internacional de Barthez como jugador. En 1995, fichó por el Mónaco. Su aspecto inicial ya había dado lugar a una pulida calva que, lejos de mermar su atractivo, pudo hasta aumentarlo. Se rumoreó que había mantenido una relación con la díscola princesa Estefanía, de la que podría haber nacido hasta una hija, tras la que se emparejó con la top model internacional Linda Evangelista. Lo mejor de su carrera, con todo, estaba aún por llegar. En 1998, con una selección francesa plagada de estrellas y en casa, se proclamó Campeón del Mundo, con el famoso ritual de Blanc y un Barthez dispuesto hasta a jugarse el tipo ante un Ronaldo que se vio superado por la presión. Dos años después, el guardameta levantó también la Eurocopa. La celebración de ese éxito al lado de todo un animal (en todos los sentidos) como Emmanuel Petit le costó un coma etílico tras hacer, en palabras del ex centrocampista, "un partido de alcohol".

El buen hacer de Barthez como portero (tiene el récord de partidos imbatido en una fase final de un Mundial, con 10, junto con el inglés Peter Shilton) llamó la atención del Manchester United, necesitado de portero desde la retirada del Gran Danés, Peter Schmeichel. Tras ganar Liga y Supercopa francesa en su etapa con el Monaco, fichó por los red devils en 2000. Allí cayeron dos títulos más de liga, el segundo de ellos con Blanc en las filas del conjunto eternamente (o casi) entrenado por sir Alex Ferguson. En la campaña 2003-2004, con la llegada del estadounidense Tim Howard y tras perder el favor de su técnico, Barthez pidió volver al Marsella. El acuerdo se cerró fuera del periodo de fichajes, y el préstamo tuvo que esperar hasta enero de 2004. Tras acabar esa temporada, Barthez, con la carta de libertad, siguió en el Olympique dos temporadas más. Y a partir de ahí, empezó todo un juego de despropósitos. Fue sancionado con seis meses de suspensión tras escupir a un árbitro en un amistoso en Marruecos.

Su estela se apagaba. Aun así, alcanzó la final de la Copa del Mundo con Francia en 2006, en Alemania, ante Italia. Allí, la reacción de Zidane ante Materazzi acabó por costarle el título a los bleus. A finales de ese verano, anunció su retirada, tras no poder fichar por el Tolousse, pero protagonizó una vuelta relámpago al fútbol en las filas del Nantes, desde diciembre de 2006, pero dejó la entidad casi por la puerta de atrás algunos meses después, en abril de 2007, tras un altercado con unos aficionados. Intentó buscar otro acomdo, sin éxito y, esta vez sí, se vio obligado a colgar definitivamente los guantes. La diosa fortuna hacía mucho que ya no le sonreía. Tal vez, lo que le faltó fue el beso de la suerte de su amigo Laurent Blanc.

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