viernes, 2 de agosto de 2013

El héroe de Sevilla: Santi Cañizares


Encontrar la imagen que buscaba de este portero para ilustrar esta historia ha sido más arduo de lo que me esperaba. No en vano, la foto que mejor podría ilustrar este momento tiene casi 20 años. En ella tiene cara de crío y, cosas de la vida, todavía conserva su color de pelo natural. En años venideros, se lo teñiría de rubio pollo, las más de las veces, ya hasta de rojo. Por aquel entonces, no obstante, no era más que un crío que no tenía ni idea, muy seguramente, del estreno internacional que le esperaba.

Santi Cañizares había saboreado el oro en Barcelona 92, pero viendo los toros desde la barrera. El encargado de defender la portería a lo largo de la fase final del torneo de fútbol en la cita olímpica fue Toni Jiménez. Tras iniciarse en esto del fútbol en su Puertollano natal, pasó a las filas del Real Madrid. No obstante, en un primer momento, el club que acabaría de pulir sus cualidades no supo ver en él el diamante en bruto que era. De ahí que, tras pasar por las filas del Cornellà, el Puertollano, el Elche y el Mérida, acabara jugando en el Celta, conjunto al que se incorporó, precisamente, en el año en que se celebraron los que Juan Antonio Samaranch calificó entonces como "los mejores juegos de la historia". En el conjunto vigués tuvo un paso del todo fulgurante. Desde el principio. Por ello, no es extraño que el entonces seleccionador español, Javier Clemente, apostara por llevárselo como segundo de Zubizarreta para un decisivo partido que España debía jugar con Dinamarca el 17 de noviembre de 1993.

Julen Lopetegui, quien se había encargado habitualmente de cubrirle las espaldas al entonces portero barcelonista, era baja a causa de una más que inoportuna lumbalgia. La selección española se jugaba su presencia en el Mundial de Estados Unidos ante la vigente campeona de Europa, la Dinamarca en la que brillaban los hermanos Michael y Brian Laudrup o el gigantón Peter Schmeichel. Para asegurarse el puesto, sólo valía la victoria. La tensión, en el césped del estadio Sánchez Pizjuán, casi podía cortarse con un cuchillo. A los diez minutos, cayó todo un jarro de agua fría. Zubi, tras cometer un fallo en el juego con los pies y entregarle el balón a Michael Laudrup, se vio obligado a hacer falta. Cómo no, la tarjeta roja fue de libro. Cañizares, casi sin calentar, tuvo que saltar al césped. Lo que pasó a partir de ese momento, sólo puede calificarse como el partido con el que sueñan todos los porteros.

El joven arquero, aún con 23 años (cumpliría los 24 el 18 de diciembre) firmó todo un recital en su estreno con la selección absoluta. Desde el primer balón realmente comprometido. En la primera parte, no obstante, los daneses tampoco inquietarían mucho más su marco. Con un hombre más sobre el césped, sabían que el tiempo corría a su favor. La segunda mitad sería muy diferente. Desde casi el principio. La más espectacular: una genial estirada para evitar un remate de chilena de Christensen, aunque la jugada estaba invalidada por falta. Al final, un gol de Hierro, que aprovechó perfectamente el hecho de que Bakero estorbara lo suficiente a Schmeichel en su salida, fue suficiente para darle el triunfo a la selección española. Con la derrota, Dinamarca se quedaba sin Mundial. Irlanda empataba con Irlanda del Norte y, por mucho que los daneses hubieran empatado a domicilio con los futbolistas de Eire (1-1) tras apuntarse un 0-0 en Dinamarca, el mayor número de goles anotados decantó la balanza a favor de Irlanda (la diferencia de tantos era la misma). Los Laudrup y compañía tendrían que ver la cita mundialista por televisión. Algo que le pasaría al propio Cañizares en 2002, tras sufrir un aparatoso corte en un dedo del pie con un bote de colonia, según se publicó en aquel entonces.

Ocho años antes vivió su debut en un Mundial. El primer partido de España en tierras estadounidenses, ante Corea del Sur, lo jugó Cañizares. Zubizarreta era baja por sanción. Tras otro gran año en el Celta, el meta regresaba a la disciplina del Real Madrid, donde no tuvo demasiada continuidad. Entre 1994 y 1998, sumó a su palmarés dos Ligas, una Supercopa de España y una Liga de Campeones, en este caso con Illgner bajo los palos. El Valencia, deseoso de tomarse la revancha con el Madrid tras el fichaje de Mijatovic, vio en la contratación del arquero su venganza soñada. En sus filas, el portero sumaría dos Ligas, dos Copas del Rey, una Supercopa española, una Copa de la UEFA y una Supercopa de Europa. No obstante, la máxima gloria europea se le resistió, por mucho que llegara a jugar dos finales consecutivas. El Madrid, con un contundente 3-0, en 2000, y el Bayern de Múnich, tras una cruel tanda de penaltis, le privaron de ello. Aunque ya había parado uno en el tiempo reglamentario, Kahn acabó teniendo más acierto, a pesar de los intentos del meta español por perturbar el tino de sus lanzadores.

En 2008, con la llegada de Ronald Koeman al banquillo del Valencia, se vio apartado del equipo, si bien la destitución del ex defensa holandés del Barcelona acabaría por devolverle la titularidad de la mano del ex valencianista Voro. No obstante, acabada la campaña, rescindió su contrato y acabaría colgando los guantes ese mismo año. Tras su retirada, ha probado suerte con el mundo del motor. En 2012, además, la tecnología le jugó aparentemente una mala pasada, al publicar en Twitter una imagen de su esposa en la intimidad de su baño. Entre sus muchas facetas, está también la de comentarista deportivo. Pero, para la gran mayoría de los aficionados, Cañizares será para siempre el héroe de Sevilla.