martes, 2 de octubre de 2012

Las lágrimas del héroe traicionado: Iker Casillas


Nadie sería capaz de poner en duda su titularidad en la portería del Real Madrid.Ni en la de una selección española que va camino de grabar su nombre a fuego entre las leyendas del fútbol. Ni siquiera a Fabio Capello, un entrenador al que le gusta contar con auténticas torres para defender el marco de su equipo, se le ocurrió apartarlo de sus dominios en su segunta etapa como técnico madridista, por mucho que se planteara en algún momento apostar por Diego López, un meta mucho más acorde con sus cánones futbolísticos. Pero las cosas no siempre fueron así para Iker Casillas, un arquero que debutó en el conjunto madridista cuando era aún casi un imberbe adolescente y que ahora es casi insustituible en su puesto. Paradas espectaculares, al alcance sólo de unos pocos elegidos, como ésta, cuando ya todo el estadio cantaba el gol, son sin duda su mejor aval.

Pero no hay nadie infalible. Todo el mundo comete errores. Tarde o temprano. Y los mejores, como jamás me cansaré de repetir, también son humanos, al fin y al cabo. En la temporada 2001-2002, tras debutar en Primera en 1999, con 18 años, y convertirse en titular en la campaña 2000-2001, su entonces técnico y actual seleccionador español, Vicente del Bosque, decidió apostar por devolver al marco a César Sánchez, después de que el joven meta encadenara una mala racha bajo los palos. Aquel equipo quedó tercero en la Liga, por detrás del Valencia, el campeón, y el Deportivo, pero por delante del Barcelona. No obstante, llegó a la final de la Champions, que debía disputar en Glasgow ante un Bayer Leverkusen entrenado por Klaus Toppmoller, conocido como "La Aspirina Mecánica" y que contaba con jugadores como Ballack, Berbatov o Lucio en sus filas.

El partido se puso de cara para los blancos muy pronto. Raúl, cómo no, abrió el marcador, si bien Lucio puso la igualada apenas cinco minutos después del tanto madridista, antes de cumplirse el primer cuarto de hora del duelo. Zidane, cuando moría la primera parte, rompió la igualada con una volea de libro. Casillas, mientras, tenía que ver los toros desde la barrera. El titular, una vez más en esa temporada, era César. Poco podía imaginarse el joven portero que el destino, a veces cruel, iba sonreírle esa vez para auparlo en el altar de las leyendas. Cuando quedaban poco más de 20 minutos para el final del encuentro, el arquero al que Del Bosque había concedido la titularidad en ese encuentro se rompió un dedo del pie. Casillas iba a saltar al césped. No quedaba otra.

Poco antes de hacerlo, se cortó a toda prisa las mangas de su camiseta al lado del banquillo, ayudado por un utillero convenientemente armado con unas tijeras. Manías de porteros. El Bayer, lejos de dar su brazo a torcer, se volcó como nunca para conseguir el gol de la igualada y, por lo menos, forzar la prórroga. Los alemanes tuvieron por lo menos tres ocasiones muy claras en las que Casillas, simplemente, dejó patente su grandeza como guardameta. A cualquier otro portero, posiblemente, le habría tocado recoger el balón del fondo de sus redes. Pero no a él. Con el duelo finalizado, el joven arquero rompió a llorar. Eran lágrimas en las que posiblemente se mezclaban la rabia y el alivio. La suerte, y quien sabe si para él, en su fuero interno, también tal vez su entrenador, le habían traicionado, pero la diosa fortuna le reservaba un papel trascendental, a la altura de su clase.

La historia se repitió, en parte, y con muchos matices, en el Mundial de 2010. Las críticas hacia Casillas fueron feroces tras la derrota por 1-0 ante Suiza. Chile, en el último duelo de la fase de grupos, le marcó el último gol que encajó en todo el campeonato. Iniesta marcó el gol que dio el primer Mundial a la selección española, pero el meta también puso de su parte frustrando los ataques de Holanda, muy especialmente los que llegaron de las botas de su ex compañero Arjen Robben. Con el duelo finalizado, las lágrimas, otra vez, volvieron a su rostro, justo antes de levantar la Copa de Campeón del Mundo. El héroe traicionado había vuelto a recuperar su trono.

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