martes, 4 de septiembre de 2012

La rabia incontrolable: Wes Foderingham


Se llevan palo tras palo. Precisamente, por estar bajo (o entre) ellos. Es el destino del portero. En todos los deportes en los que un equipo trata de conseguir que la pelotita rebase la línea de gol, ellos son los encargados de jugarse el tipo, si hace falta, para impedirlo.

Son tipos un poco raros, que comparten una suerte de camaradería grupal que va más allá incluso de los colores que defienden. La prueba de ello es sencilla: basta con mirar qué pasa después de un partido. De fútbol, por ejemplo. Acabado el duelo, los dos metas se saludarán, unas veces con más efusividad y otras con menos, pero con mutuo respeto. Sólo ellos, muchas veces, son capaces de valorar lo complicado que era parar ese balón o aguantar ese segundo de más de pie en uno contra uno para que el delantero la envíe fuera.

Guardan a sus compañeros del infierno que supone la derrota y muchas veces se arriesgan a acabar ardiendo en él. Por eso, de todos los nombres que reciben, el de cancerbero, el perro que guardaba los infiernos, sea tal vez el más adecuado de ellos. Y el más poético.

Mi idea es explicar en este espacio algunas historias de esos héroes solitarios que se encargan de guardar el marco en el llamado deporte rey, el fútbol, tantas veces menospreciados o puestos en el paredón por errores puntuales que, sin embargo, cuestan goles. Ésa es su maldición. De nada sirve que después encadenen intervenciones prodigiosas. Si su error cuesta el partido, o un trofeo, nada podrá arrancarlos de aquel mismo infierno que tratan de mantener a raya. Hay muchos ejemplos de ello. Ya los comentaremos.

Hoy, no obstante, toca hablar de Wes Foderingham, el portero del Swindon Town. Un meta joven, formado en las categorías inferiores del Fulham y ya todo un trotamundos, a pesar de sus 21 años. Su técnico, el italiano Paolo di Canio, de confesas maneras poco democráticas, decidió enviarlo al banquillo en pleno partido, cuando ya había encajado dos goles. Algo que explica de sobras la airada reacción del arquero, que le dio una patada a un bote mientras salía del terreno de juego.
De poco le sirvió su radical apuesta: el suplente encajó dos goles más. Ahora, cabría preguntarse a quién colocará bajo los palos en el próximo partido. De un plumazo, ha minado la confianza de ambos metas. Y eso que Foderingham fue el titular habitual cuando su equipo logró el ascenso desde la Football League Two, equivalente a su manera a la Tercera española, hasta la Football League One, equivalente a Segunda B, en la que actualmente milita.

Foderingham fue capaz de mantener su portería a cero durante por lo menos 14 veces desde que llegó al club, siempre con Di Canio en el banquillo. De poco le sirvió eso cuando a su técnico le dio por buscar un revulsivo tan poco habitual como finalmente inútil. Incluso, amenaza con apartarlo del equipo si no pide perdón a los aficionados. Nada mejor que una buena polémica para apartarse las moscas de la culpa de un manotazo, ¿no, señor Di Canio?

2 comentarios:

  1. Només recordar la barbàrie de Di Canio en el seu hit més cèlebre: portava sota la samarreta de la Lazio -en un derbi contra la Roma- aquestes paraules:

    "Existen dos modos de volver de una batalla: con la cabeza del adversario o sin la propia"

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  2. En el cas de Di Canio, ell ja va sense cap de sèrie... No crec que el concepte "reflexionar" formi part del seu vocabulari... Cosa que explicaria reaccions com aquesta de canviar el porter així, a sac... En fi...

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