El portero es el gran especialista de un equipo de fútbol, el único que puede usar las manos para hacerse con el balón, siempre y cuando lo haga dentro de su propia área. Según el reglamento, es el único cuya lesión debe provocar que se detenga el juego: no se puede jugar sin portero. Si se lesiona y ya se han efectuado todos los cambios, mal asunto. Por eso, no es de extrañar que muchos equipos tengan porteros de urgencia. Normalmente, defensas. Nombres como los de Carles Puyol, en el caso del Barcelona, o Sergio Ramos, en el caso del Real Madrid. Pero, a veces, la situación es demasiado delicada como para poner a un jugador de campo bajo los palos, para quedarse con uno menos. Y ahí entra en juego el coraje del meta. A veces, rozando incluso la temeridad. Desde hace muchos años, se habla del gol del cojo. Quizás, siguiendo con ese símil, también se puede hablar de la parada del manco.
Que se lo digan a Fabio Coltorti. Este meta suizo, nacido el 3 de diciembre de 1980 en Kriens y que tuvo un paso irregular por las filas del Racing de Santander entre 2007 y 2011, tuvo que tomar una dolorosa decisión mientras defendía la portería del Lausana. En los instantes finales de un partido bastante movido, en el que los suyos iban mandando en el marcador por 1-3 ante los Young Boys, tuvo la desgracia de romperse el meñique de la mano derecha. Sabedor de que, quizás, su ausencia podía descentrar a los suyos, pidió que le enderezaran de la mejor manera la fractura y siguió bajo los palos. Las imágenes, aunque no aptas para aprensivos, son de lo más elocuentes.
Sus compañeros supieron corresponder a su gesto. Perfectamente. En los instantes finales, del partido, y tras su arriesgada apuesta, el portero no tuvo que enfrentarse a ningún disparo. Pese a su ya mencionada irregularidad, quizás el subidón de adrenalilna provocado por la situación le habría permitido firmar alguna que otra gran actuación, como había hecho antaño. Para alivio de sus médicos (y a buen seguro también de él mismo), no le fue necesario llegar a ese extremo. Actualmente, tras su ya mencionado paso por el Racing y el Lausana, continúa la carrera que se fraguó en el Kriens, el Schaffhaussen, el Thun y el Grasshoppers en las filas del Leipzig. Sus actuales compañeros de vestuario, desde luego, pueden estar seguros de una cosa: Coltorti conoce el valor del sacrificio y tiene el coraje necesario para llevarlo a cabo. Aunque no tuviera que intervenir, su desafío al dolor espoleó a los suyos. Paró a sus rivales. Sin usar las manos.
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