Actualmente, después de jugar ocho años en un equipo de su país, protagonizar al parecer un brevísimo paso por un equipo de la división más baja de la liga austríaca y tener otra fulgurante experiencia en el Mitra Kukar indonesio, Salapu se encuentra sin equipo. Posiblemente, el hecho de haber encajado 145 goles en los 17 partidos internacionales que ha disputado no genere demasiada confianza entre los posibles interesados en contratar los servicios de un meta internacional. Sus números podrían ser incluso peores. En 2007, perdió un avión para viajar hasta su país, donde se disputaban los Juegos del Pacífico, y su puesto fue ocupado por un joven de 17 años, Jordan Penitusi, que se llevó 38 goles en contra en los duelos que disputó ante las Islas Salomón (1-12), Samoa (0-7), Vanuatu (0-15) y Tonga (0-4).
Pero me temo que el fútbol, tarde o temprano, acaba premiando a los que mantienen la fe. En noviembre de 2011, Salapu pudo saborear al fin la gloria internacional. Su equipo se impuso a Tonga por 2-1. Diez años después del 31-0 frente a Australia, al fin sumaba una victoria con su país. El gran chasco de la clasificación para el Mundial de Corea y Japón de 2002 dio paso a un breve momento de alegría en la clasificación para el Mundial de Brasil, previsto para 2014. Su felicidad quizás habría sido del todo completa si hubiera logrado dejar su marco a cero. Pero bueno, encajar sólo un tanto tampoco debió sentarle nada mal a aquel meta que, una vez, vio como los rivales le marcaban un gol cada tres minutos.
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