La chuleta, el gran aliado de los malos estudiantes. O de aquellos que, sin ser malos, se ven pillados por sorpresa por un examen del todo inesperado. En el fútbol, no obstante, una chuleta puede ser el mejor aliado de un portero a la hora de enfrentarse a una tanda de penaltis. Andreas Kopke, entrenador de porteros de la selección alemana en 2006, le dio un papelito al meta titular germano, Jens Lehmann, para facilitarle el trabajo en ese trance ante la selección argentina. Dio resultado, y la albiceleste quedó apeada en los cuartos de final del Mundial de Alemania, una cita en la que Italia acabaría alzándose con el triunfo. Ocho años después, en Brasil, otro meta, el argentino Sergio Romero, en este caso, leía también un papelito antes de enfrentarse a los lanzadores de la selección holandesa en las semifinales de Brasil 2014. Resultado: paró los lanzamientos de Vlaar y Sneijder y dio el paso a Argentina a la final. ¿Era ese papel una chuleta? Su esposa asegura que no. Pero, antes que nada, demos unas breves pinceladas sobre quién es Sergio Chiquito Romero.
Nacido en Bernardo de Irigoyen, el 22 de febrero de 1987, su primer equipo como profesional fue el Racing de Avellaneda, en la temporada 2006/2007. De ahí pasaría a las filas del AZ Alkmaar holandés donde, cosas de la vida, coincidiría con el seleccionador holandés en la pasada cita mundialista y actual entrenador del Manchester United, Louis van Gaal. Fiel a sí mismo, y tras el disgusto de la eliminación, no dudó en proclamar que fue él quien enseño al portero a desempeñarse tan bien en una tanda de penaltis. Allí, Romero ganaría la liga y la Supercopa holandesas. En 2011, la Sampdoria, por aquel entonces en la Serie B del Calcio, decidió hacerse con sus servicios. Defendió sus colores durante dos campañas. La temporada pasada, fue cedido al Monaco, donde se convirtió en el suplente del croata Daniel Subasic.
A pesar de encadenar serios errores a lo largo de su carrera, y de su condición de suplente en el Monaco, el entonces seleccionador argentino, Alejandro Sabella, decidió mantener firme su apuesta por él. Para él, pesaban mucho más las buenas actuaciones que los fallos. En el Mundial, el arquero se empeñó en darle la razón a su técnico, por mucho que el blocaje del balón pareciera en su caso una misión poco menos que imposible. Algo a lo que muchos guardametas atribuyen al hecho de que la compañía responsable del desarrollo del esférico se centra mucho más en favorecer el fútbol ofensivo, los goles, que en complicar lo menos posible el ya de por sí duro oficio de portero.
El punto culminante de la gran actuación de Romero en el Mundial de Brasil llegó en la tanda de penaltis frente a Holanda. Después de echarle algún que otro vistazo a ese papelito que llevaba encima, consiguió desviar dos lanzamientos, por mucho que el primero de ellos estuviera a punto de darle un disgusto. Si el balón no cruza completamente la línea, aunque sea por muy poco, no es gol. No parece que el balón cruce totalmente. Y, además, parece ser que el propio jugador holandés volvió a tocar el esférico. La suerte no podía darle la espalda. Sobre todo, después de lo que reveló su esposa, Eliana Guercio. La nota que leía el portero no era una chuleta, sino un mensaje que le escribió ella y al que suele recurrir en momentos complicados. Lo que ayudó al arquero argentino a llevar a su selección a la final, aunque ahí acabara hincando la rodilla ante Alemania, no fue otra cosa que el talismán de unos amantes.